miércoles, 6 de junio de 2018

Violencia de Género



Generalmente la violencia casi se reduce en los registros
Cotidianos a los episodios sangrientos, explosivos y letales.
Como si la vida solo se alterara con su liquidación y no con una
Inmensa variedad de formas de entorpecerla, hacerla menos
Feliz, placentera y productiva.   Saúl Franco



 
      Miguel Lorente Acosta expone, refiriéndose a la violencia de género que   “Debe visibilizarse el núcleo del problema y no ocultarlo. Y ese núcleo no es otro que la estructura sociocultural androcéntrica que asigna diferentes roles a hombres y mujeres, y sitúa a éstas en una posición de subordinación respecto de aquellos. Así debemos denominar a este tipo de violencia ‘agresión a la mujer’ o ‘violencia sobre la mujer[1]
     Sostiene Lorente, que la agresión a la mujer, por ser estructural y parte del orden social del patriarcado, se debe abordar teniendo en cuenta sus especificidades. Sabiendo que dicha agresión a la mujer tiene características diferenciales respecto de otro tipo de agresiones.
     Es necesario abordar, hablar de la problemática de violencia de género, muchas personas, especialmente mujeres solo atribuyen a violencia de Género la violencia física, los golpes; sobre todo aquellos que son visibles.  Se desconoce porque se calla, se omite, se justifica, se esconde, no se combate, aunque ya no es una situación de corte privada, no se aborda como una problemática eminentemente pública.

     En la Ley 24-97 se presenta la siguiente definición de violencia de género:
“Toda acción o conducta, pública o privada en razón de su género que causa daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, mediante el empleo de fuerza física o violencia psicológica, sexual, intimidación o persecución[2]”.

     Este concepto no parece diferir al que de manera oficial presentó las Naciones Unidas: “Violencia de género es todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual y psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad tanto si se producen en la vida pública como en la privada[3]

     Velázquez, Susana, presenta el concepto de violencia de género como: “todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y / o física[4].

     La violencia sexista, machista, de género o contra las mujeres recibe muchos nombres y tiene diversos matices, cualquiera de estos puede considerarse como una verdadera pandemia. No afecta solo a pobres, analfabetas, no solo las mujeres dominicanas, ni solo a calladas sumisas. Cualquier mujer es o puede convertirse, o sido objeto de violencia en mayor o menor grado.

     La violencia de género ha sido muy bien definida, conceptualizada y abordada por diferentes disciplinas y personalidades. El abordaje se ha quedado a mí entender en una primera fase, identificación y definición de la problemática, también una segunda de colocar la problemática en las políticas, convenios y acuerdos. Si bien es verdad que somos asignatarios en diferentes convenciones[5], en mucho de los casos se queda en buenos manuales muy bien editados, pero no llega a la raíz de la problemática.

¿Dónde está la raíz de la problemática?
     La raíz del problema está en la construcción social. Socialmente están dadas las condiciones y las infraestructuras necesarias para que el hombre sea el más fuerte, obtenga mejor preparación escolar, empleos mejor remunerados, mayor privilegios sexuales, mayor conocimiento del medio social ene l cual se desarrolla su quehacer cotidiano y por lo tanto mayor control y poder social.[6]
     La desigualdad entre géneros es resultado directo de la estructura que sostiene nuestro sistema social basado en la infravaloración de los atributos, roles, y responsabilidades considerados como femeninos y la subordinación de la mujer.
     Por otro lado los roles femeninos impuestos socialmente son los de esposa-madre-objeto sexual y trabajadora, responsable de mantener el buen funcionamiento familiar, sacrificarse por sus hijos e hijas, proporcionarle placer sexual al marido. De esta manera se espera que construya su identidad y encuentre su ubicación social[7].
     La violencia y la discriminación contra la mujer son favorecidas por la tolerancia social. Una sociedad que en el discurso castiga estas expresiones pero que en la realidad se muestra indiferente, valida, mantiene y reproduce situaciones de violencia que favorece la inequidad de género en el espacio público y privado.

     La violencia hacia la mujer, que generalmente se da en el ámbito de las relaciones conyugales o de pareja, se sustenta en un conjunto de concepciones y modelos de ser hombre y de ser mujer que se denominan comúnmente «machismo». El varón se configura como padre, autoridad en el hogar, trabajador, proveedor, con dominio en lo público. Las mujeres se construyen socialmente centradas en la maternidad, protegidas por los varones, dedicadas al hogar y a la crianza y con dominio en lo privado [8]

    La violencia constituye una forma coercitiva de ejercer el poder se utiliza. Se utiliza para obligar a la persona a hacer algo que no desea hacer. En nuestra sociedad, la violencia contra la mujer, sin lugar a duda, una de las formas de subordinación al hombre[9]
     Un factor que incide en forma significativa para que la mujer sea víctima propicia del maltrato masculino, el hecho de que esta ha sido socializada para ser más desvalida, pasiva, resignada y sumisa que el hombre. Sin embargo esto se explica en factores culturales y sociales, que no solo toleran sino más bien que estimulan ese tipo comportamiento.
     La mayor parte de esta violencia se soporta en silencio y se legitima en leyes y costumbres y se justifica como tradición.
La violencia de género se invisibilidad cuando:
-          No  se  registran adecuadamente
-          Cuando no se reconoce como un problema social
-          Cuando no se denuncia
-          Cuando solo se reconoce algunas de sus manifestaciones
-          Cuando se reduce a un problema privado e individual
-          Cuando se naturaliza y por tanto no nos asombra
La invisibilizamos cuando nos hacemos indiferentes a cifras como estas:
-          En Rep. Dom. 2,074 mujeres han sido asesinadas entre los años 2005 y 2015; estas cifras entre feminicidios y homicidios según datos de la fiscalía.[10]
-          54 de cada 100 mujeres están desempleadas, frente a la 32 de cada 100 hombres[11]
-          Las mujeres ganan el 21% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo.[12]
-          Las mujeres aun teniendo estudios universitarios (11%) tienen más requisitos para ser contratadas que sus pares varones (4%) y sus sueldos son menores[13]
     La insensibilidad y l tolerancia contribuyen una actitud fatal: la pasividad. No hacemos casi nada para enfrentar la violencia, ya que nos desligamos del problema, y no caemos en la cuenta de que todos somos responsables de ella. Es necesaria una masiva e intensa reacción hacia la violencia.
     Frente a las múltiples consecuencia de la violencia de género, el estado, como la principal instancia política de ejercicio de poder, de regulación de las actividades públicas y privadas, de distribuir los recursos, promulgación y aplicación de normas y leyes, tiene la obligatoriedad de poner en marcha políticas, planes de acción y recursos en pro de erradicar la discriminación y violencia de género. [14]
     Incursionar en las raíces de la violencia de género, nos enfrenta a la esencia misma de la cultura, aquella que reviste de normalidad la cotidianidad por las que transmitan las relaciones familiares y sociales e invisibiliza la impotencia de miles de mujeres, asignadas por la crueldad de violencia masculina.
     La epidemia hay que combatirla, y no con medicamentos genéricos, que no contrarrestan el origen de la enfermedad, sino más bien con métodos orgánicos, eficaces.
Es preciso…
-          Una política educativa que incluya la facilitación de modelos de conductas no agresivos, el entrenamiento en la resolución de conflictos por medios no violentos y el estímulo hacia las actitudes respetuosas de los sentimientos, el cuerpo y los derechos tanto los propios como los ajenos.
-          La construcción de una conciencia social, frente a la violencia lo cual requiere procesar y superar preconceptos y actitudes, tales como la normalización y la privatización de la violencia. Superar esto implica demostrar que el problema puede modificarse y reducirse.

-          Es urgente salir de la indignación individual frente a la violencia, percibir también sus dimensiones colectivas.
     Las grandes transformaciones solo ocurren cuando nos hacemos cargo, cuando tomamos la iniciativa de aportar para la transformación.
¡Detener la violencia es tarea y responsabilidad de todas y todos!



[1] Miguel Lorente Acosta, «Mi marido me pega lo normal». Agresión a la mujer: realidades y mitos. Barcelona, Editorial Crítica, 2001
[2]  Ley 24-97, que tipifica y sanciona la violencia contra las mujeres y la violencia intrafamiliar
[3] Organización de Naciones Unidas, ONU, 1993.
[4] Velázquez, Santana, 2003, citado en Violencia contra la mujer perpetrada por la pareja o ex pareja en la República Dominicana: situación actual y estado de la información. UNFPA y ONE.
[5] Belem do Pará,
[6] Fernández, Casalis, Concepción. Mujer infraestructura de la Locura y el Silencio.
[7]  Gisela Quiterio Benitez. Violencia contra la Mujer, a través de miradas múltiples
[8]  Salinas y Carvajal, 2006)
[9] Icaria, Akanuecia, El rostro de la violencia, más allá del dolor de las mujeres.
[10] Informe especial de violencia, periódico Hoy.
[11] Enc. Nac. De Fuerza de Trabajo, 2014; PNUD, 2015
[12] PNUD, 2015
[13] PNUD, 2015
[14]  Del encubrimiento a la impunidad, diagnóstico sobre violencia de género, Guadalupe León , 1995

No hay comentarios:

Publicar un comentario