miércoles, 6 de junio de 2018

Socialización y transmisión de los géneros en la cultura patriarcal.




La socialización de género es el proceso por el cual aprendemos a pensar, sentir y comportarnos como hombres y mujeres según las normas, creencias y valores que cada cultura dicta para cada sexo.
n género; Nuria Varela apunta que “se hacen verdad a fuerza de repetirse”. Históricamente, el patriarcado ha ubicado a las mujeres en una situación de subordinación con respecto a los hombres, con el fin de mantener a los hombres en los órganos de poder y preservar la situación de dependencia de las mujeres con respecto a los hombres. Los roles masculinos se asocian al ámbito público, poder, influencia y estatus. Los femeninos se relacionan al ámbito privado y doméstico. Lo privado vs lo público:


Los roles de género son el conjunto de normas, deberes, prohibiciones…asignados a mujeres y hombres en una sociedad. La sociedad patriarcal asigna roles y estereotipos diferentes si se es hombre o si se es mujer.  
 * Hombre: empleo remunerado, toma de decisiones, vida pública no afectividad, valoración etc.
 * Mujeres: ámbito privado y doméstico, afectividad, trabajo no remunerado, infravalorada, delicadas, calculadoras, emocionales, madre…
La división de espacio y la asignación de roles ha sido mantenida en términos de jerarquía, lo que ha supuesto que a lo largo de la historia se haya dado la discriminación femenina, y por tanto, hombres y mujeres no hemos tenido, ni tenemos, las mismas oportunidades a la hora de ejercer los derechos que nos corresponden como ciudadanos y ciudadanas.
Algunos de los mecanismos que más ampara los roles y estereotipos del patriarcado son la publicidad, la educación y los medios de comunicación.   Así busca implantar la creencia de que el hombre está por encima de la mujer, que éstas deben preocuparse exclusivamente de los asuntos familiares y del hogar, y que el sistema de clases es justo. De esta forma se intenta evitar que la mujer se rebele y que se produzcan movilizaciones al sistema establecido, conservando los valores vigentes.
En nuestra sociedad patriarcal, con la finalidad de mantener la jerarquía tradicional, es decir, la hegemonía de los hombres en los órganos de poder, y perseverar las situaciones de dependencia de las mujeres respecto a ellos, se atribuyen a hombres y mujeres papeles distintos (roles), en función de su sexo.
La socialización es el proceso mediante el cual hacemos nuestras las normas, expectativas e incluso los valores que pertenecen a nuestro grupo social con el fin de adaptarnos al medio. A lo largo de este proceso, según seamos niñas o niños, aprendemos y ponemos en práctica una serie de comportamientos que se aceptan como propios del género femenino o masculino, comportamientos que van a ser considerados como adecuados o inadecuados, favoreciendo nuestra inserción como miembros en la sociedad o provocando reacciones de rechazo. La aprobación social (y con aprobación me refiero a un mínimo gesto de tu madre, una sonrisa de tu padre, el guiño de un amigo, etc.) es, por tanto, el elemento primordial para el aprendizaje de los roles de género. No olvides que todas las personas queremos sentirnos aceptadas y no defraudar las expectativas que el resto de personas significativas, especialmente la familia, depositan en nosotras.
El patriarcado ejerce una violencia estructural hacia las mujeres, que se encuentra en todas las áreas de nuestras vidas. Una violencia que está normalizada y con las que nos enseñan a ser tolerantes. Algo que está muy relacionado con nuestras personalidades pasivas y que asumimos desde pequeñas desde los medios de comunicación, desde nuestras familias que nos enseñan a tener miedo, trasladando la responsabilidad a las mujeres en lugar de a los agresores.

Las consecuencias de estos estereotipos son nefastas, ya que no estamos hablando de un aprendizaje puntual. Los modelos de identidad de género son transversales y se interiorizan en la etapa de la infancia, que es cuando el aprendizaje es mucho más fecundo que en cualquier otra etapa “Los contenidos sociales se metabolizan en la psique individual a través de experiencias y vínculos; no se trata de una mera lección aprendida acerca de quiénes somos o lo que debemos hacer, sino de un largo y complejo camino” (Hernando, 2015).
Todas las mujeres hemos sido educadas desde nuestra niñez en la creencia de que el ideal de nuestro carácter es absolutamente opuesto al del hombre: se nos enseña a no tener iniciativa y a no conducirnos según nuestra voluntad consciente, sino a someternos y a consentir en la voluntad de los demás. Todos los principios del buen comportamiento, nos dicen que el deber de la mujer es vivir para los demás; y el sentimentalismo corriente, que nuestra naturaleza así lo requiere.

A lo largo de la historia a todas las mujeres nos han obligado a ocultar y callar la opresión, la desigualdad e injusticia. Basta ya es hora de visibilizar!
Tenemos que hacer frente al imaginario de que lo femenino es frágil, débil; tenemos que posicionarnos ante esas manipulaciones oscuras, con claros objetivos patriarcales y capitalistas.
Es urgente derribar la división sexual del trabajo, hombres a hacer muros y mujeres a hacer comida, no, no más. Basta!
Debemos fortalecer los pequeños cambios y derrumbar los muros separatistas que nos limitan, crecer y transformarnos, romper los límites desgastados que solo sirven de barreras para que se fortalezcan las diferencias, el irrespeto por “el otro y otra”, la exclusión, y la incansable lucha por el poder, que solo pone en evidencia las debilidades de cada quien.
Trabajar unidos y unidas desde una perspectiva de género implica un abordaje de derechos humanos y de equidad; Este es el camino a seguir!.

Violencia de Género



Generalmente la violencia casi se reduce en los registros
Cotidianos a los episodios sangrientos, explosivos y letales.
Como si la vida solo se alterara con su liquidación y no con una
Inmensa variedad de formas de entorpecerla, hacerla menos
Feliz, placentera y productiva.   Saúl Franco



 
      Miguel Lorente Acosta expone, refiriéndose a la violencia de género que   “Debe visibilizarse el núcleo del problema y no ocultarlo. Y ese núcleo no es otro que la estructura sociocultural androcéntrica que asigna diferentes roles a hombres y mujeres, y sitúa a éstas en una posición de subordinación respecto de aquellos. Así debemos denominar a este tipo de violencia ‘agresión a la mujer’ o ‘violencia sobre la mujer[1]
     Sostiene Lorente, que la agresión a la mujer, por ser estructural y parte del orden social del patriarcado, se debe abordar teniendo en cuenta sus especificidades. Sabiendo que dicha agresión a la mujer tiene características diferenciales respecto de otro tipo de agresiones.
     Es necesario abordar, hablar de la problemática de violencia de género, muchas personas, especialmente mujeres solo atribuyen a violencia de Género la violencia física, los golpes; sobre todo aquellos que son visibles.  Se desconoce porque se calla, se omite, se justifica, se esconde, no se combate, aunque ya no es una situación de corte privada, no se aborda como una problemática eminentemente pública.

     En la Ley 24-97 se presenta la siguiente definición de violencia de género:
“Toda acción o conducta, pública o privada en razón de su género que causa daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, mediante el empleo de fuerza física o violencia psicológica, sexual, intimidación o persecución[2]”.

     Este concepto no parece diferir al que de manera oficial presentó las Naciones Unidas: “Violencia de género es todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual y psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad tanto si se producen en la vida pública como en la privada[3]

     Velázquez, Susana, presenta el concepto de violencia de género como: “todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y / o física[4].

     La violencia sexista, machista, de género o contra las mujeres recibe muchos nombres y tiene diversos matices, cualquiera de estos puede considerarse como una verdadera pandemia. No afecta solo a pobres, analfabetas, no solo las mujeres dominicanas, ni solo a calladas sumisas. Cualquier mujer es o puede convertirse, o sido objeto de violencia en mayor o menor grado.

     La violencia de género ha sido muy bien definida, conceptualizada y abordada por diferentes disciplinas y personalidades. El abordaje se ha quedado a mí entender en una primera fase, identificación y definición de la problemática, también una segunda de colocar la problemática en las políticas, convenios y acuerdos. Si bien es verdad que somos asignatarios en diferentes convenciones[5], en mucho de los casos se queda en buenos manuales muy bien editados, pero no llega a la raíz de la problemática.

¿Dónde está la raíz de la problemática?
     La raíz del problema está en la construcción social. Socialmente están dadas las condiciones y las infraestructuras necesarias para que el hombre sea el más fuerte, obtenga mejor preparación escolar, empleos mejor remunerados, mayor privilegios sexuales, mayor conocimiento del medio social ene l cual se desarrolla su quehacer cotidiano y por lo tanto mayor control y poder social.[6]
     La desigualdad entre géneros es resultado directo de la estructura que sostiene nuestro sistema social basado en la infravaloración de los atributos, roles, y responsabilidades considerados como femeninos y la subordinación de la mujer.
     Por otro lado los roles femeninos impuestos socialmente son los de esposa-madre-objeto sexual y trabajadora, responsable de mantener el buen funcionamiento familiar, sacrificarse por sus hijos e hijas, proporcionarle placer sexual al marido. De esta manera se espera que construya su identidad y encuentre su ubicación social[7].
     La violencia y la discriminación contra la mujer son favorecidas por la tolerancia social. Una sociedad que en el discurso castiga estas expresiones pero que en la realidad se muestra indiferente, valida, mantiene y reproduce situaciones de violencia que favorece la inequidad de género en el espacio público y privado.

     La violencia hacia la mujer, que generalmente se da en el ámbito de las relaciones conyugales o de pareja, se sustenta en un conjunto de concepciones y modelos de ser hombre y de ser mujer que se denominan comúnmente «machismo». El varón se configura como padre, autoridad en el hogar, trabajador, proveedor, con dominio en lo público. Las mujeres se construyen socialmente centradas en la maternidad, protegidas por los varones, dedicadas al hogar y a la crianza y con dominio en lo privado [8]

    La violencia constituye una forma coercitiva de ejercer el poder se utiliza. Se utiliza para obligar a la persona a hacer algo que no desea hacer. En nuestra sociedad, la violencia contra la mujer, sin lugar a duda, una de las formas de subordinación al hombre[9]
     Un factor que incide en forma significativa para que la mujer sea víctima propicia del maltrato masculino, el hecho de que esta ha sido socializada para ser más desvalida, pasiva, resignada y sumisa que el hombre. Sin embargo esto se explica en factores culturales y sociales, que no solo toleran sino más bien que estimulan ese tipo comportamiento.
     La mayor parte de esta violencia se soporta en silencio y se legitima en leyes y costumbres y se justifica como tradición.
La violencia de género se invisibilidad cuando:
-          No  se  registran adecuadamente
-          Cuando no se reconoce como un problema social
-          Cuando no se denuncia
-          Cuando solo se reconoce algunas de sus manifestaciones
-          Cuando se reduce a un problema privado e individual
-          Cuando se naturaliza y por tanto no nos asombra
La invisibilizamos cuando nos hacemos indiferentes a cifras como estas:
-          En Rep. Dom. 2,074 mujeres han sido asesinadas entre los años 2005 y 2015; estas cifras entre feminicidios y homicidios según datos de la fiscalía.[10]
-          54 de cada 100 mujeres están desempleadas, frente a la 32 de cada 100 hombres[11]
-          Las mujeres ganan el 21% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo.[12]
-          Las mujeres aun teniendo estudios universitarios (11%) tienen más requisitos para ser contratadas que sus pares varones (4%) y sus sueldos son menores[13]
     La insensibilidad y l tolerancia contribuyen una actitud fatal: la pasividad. No hacemos casi nada para enfrentar la violencia, ya que nos desligamos del problema, y no caemos en la cuenta de que todos somos responsables de ella. Es necesaria una masiva e intensa reacción hacia la violencia.
     Frente a las múltiples consecuencia de la violencia de género, el estado, como la principal instancia política de ejercicio de poder, de regulación de las actividades públicas y privadas, de distribuir los recursos, promulgación y aplicación de normas y leyes, tiene la obligatoriedad de poner en marcha políticas, planes de acción y recursos en pro de erradicar la discriminación y violencia de género. [14]
     Incursionar en las raíces de la violencia de género, nos enfrenta a la esencia misma de la cultura, aquella que reviste de normalidad la cotidianidad por las que transmitan las relaciones familiares y sociales e invisibiliza la impotencia de miles de mujeres, asignadas por la crueldad de violencia masculina.
     La epidemia hay que combatirla, y no con medicamentos genéricos, que no contrarrestan el origen de la enfermedad, sino más bien con métodos orgánicos, eficaces.
Es preciso…
-          Una política educativa que incluya la facilitación de modelos de conductas no agresivos, el entrenamiento en la resolución de conflictos por medios no violentos y el estímulo hacia las actitudes respetuosas de los sentimientos, el cuerpo y los derechos tanto los propios como los ajenos.
-          La construcción de una conciencia social, frente a la violencia lo cual requiere procesar y superar preconceptos y actitudes, tales como la normalización y la privatización de la violencia. Superar esto implica demostrar que el problema puede modificarse y reducirse.

-          Es urgente salir de la indignación individual frente a la violencia, percibir también sus dimensiones colectivas.
     Las grandes transformaciones solo ocurren cuando nos hacemos cargo, cuando tomamos la iniciativa de aportar para la transformación.
¡Detener la violencia es tarea y responsabilidad de todas y todos!



[1] Miguel Lorente Acosta, «Mi marido me pega lo normal». Agresión a la mujer: realidades y mitos. Barcelona, Editorial Crítica, 2001
[2]  Ley 24-97, que tipifica y sanciona la violencia contra las mujeres y la violencia intrafamiliar
[3] Organización de Naciones Unidas, ONU, 1993.
[4] Velázquez, Santana, 2003, citado en Violencia contra la mujer perpetrada por la pareja o ex pareja en la República Dominicana: situación actual y estado de la información. UNFPA y ONE.
[5] Belem do Pará,
[6] Fernández, Casalis, Concepción. Mujer infraestructura de la Locura y el Silencio.
[7]  Gisela Quiterio Benitez. Violencia contra la Mujer, a través de miradas múltiples
[8]  Salinas y Carvajal, 2006)
[9] Icaria, Akanuecia, El rostro de la violencia, más allá del dolor de las mujeres.
[10] Informe especial de violencia, periódico Hoy.
[11] Enc. Nac. De Fuerza de Trabajo, 2014; PNUD, 2015
[12] PNUD, 2015
[13] PNUD, 2015
[14]  Del encubrimiento a la impunidad, diagnóstico sobre violencia de género, Guadalupe León , 1995

Dia internacional de la Mujer




El derecho al voto, a tener los mismos derechos que los hombres en el matrimonio, a nivel jurídico, no es una casualidad, no vino del cielo, ni por arte de magia, nada de eso; vino por el esfuerzo imperecedero de mujeres que desde las entrañas fueron revolucionarias.

Cuando se conmemora el Día de la Mujer, algunas personas, por desconocimiento, piensan que es una especie de celebración alegre. Sin embargo, el verdadero origen dista mucho de ser un motivo para sonreír o inflar globos. Lo que verdaderamente sucedió es realmente terrible. Hoy lo podemos recordar pensando que esas injusticias quedaron atrás, pero lo cierto es que aún después de tanto tiempo las mujeres continuamos luchando por nuestros derechos, las luchas de otros tiempos dieron resultados y respondieron a aquellos tiempos, hoy tenemos otros desafíos, otras luchas que conquistar, otras injusticias que visibilizar  no podemos dormirnos en los laureles.
El nacimiento del Día Internacional de la Mujer no obedece a un acontecimiento aislado, sino a las teorías socialistas de la segunda mitad del siglo XIX, así como a diversas acciones emprendidas a principios del siglo XX por parte de mujeres sindicalistas, socialistas y sufragistas, tanto en USA como en Europa, sobre todo en Alemania y Rusia.

La historia de las mujeres no ha sido incorporada a la historia oficial y muchas veces, al no haber sido correctamente tratados, los hechos se han convertido en leyenda, se han deformado con el correr del tiempo o se divulgan con distintas versiones.



Los hechos encadenados que dieron origen a esta conmemoración podríamos resumirlos de la siguiente manera: En 1908, en el East Side de New York, después de un mitin, dirigido por la sindicalista Clara Lemlich, se llevó a cabo una dura y larga huelga de trece semanas, seguida por 20.000 obreras del textil, la mayoría jóvenes recién emigradas, después de la cual se consiguió: el aumento de salarios y la disminución de la jornada laboral, gracias a la sindicación en más de 300 empresas. Los sindicalistas no las habían apoyado. Las sufragistas hicieron suyas estas reivindicaciones uniéndolas a la exigencia del voto femenino.
En 1910, se convoca en Copenhague el I Congreso Internacional Socialista de la Mujer, en el que Clara Zetkin (líder socialista alemana) hace un llamamiento para declarar un día de acción internacional para consolidar lazos de solidaridad entre las socialistas y para exigir el sufragio universal femenino. Esta primera celebración se produce el 19 de marzo de 1911.

El 25 de marzo de 1911 -seis días después-ocurre en New York la tragedia de la fábrica textil Triangle Shirt Waist CO., en la que murieron carbonizadas más de un centenar de obreras, porque el patrono había cerrado las puertas para evitar el pillaje  al producirse el incendio y nadie les abrió para que  pudieran salir.

Las sufragistas hicieron suyas las protestas de las obreras, denunciando las malas condiciones de trabajo y exigiendo medidas de seguridad.
Por otra parte, se sostiene que las primeras fechas de esta celebración oscilaron entre las últimas semanas de febrero y las primeras de marzo. En USA, las socialistas celebraban el Woman's Day la última semana de febrero, desde 1908. En Alemania el 19 de marzo, hasta que el 8 de marzo de 1917, las rusas se manifestaron en San Petersburgo exigiendo alimentos y marcando el comienzo del proceso revolucionario de octubre.

Por todo ello, lo que se conmemora en realidad es una lucha y una alianza entre mujeres: un paso adelante para la obtención de los derechos laborales y políticos y la acción conjunta y masiva de muchas mujeres del mundo, lideradas por sindicalistas y sufragistas.

La fecha del 8 de marzo es internacional y REIVINDICATIVA. Necesaria aún para realizar un balance anual del estado de los derechos y la situación de las mujeres.
La ONU, en la década de la Mujer (1975-85), hizo suya esta conmemoración, proponiendo que se llamara “Día Internacional de las mujeres”, manifestando así que, salvo las ricas o impedidas, casi todas las mujeres del mundo son trabajadoras, asalariadas o no y que se hallan en desigualdad de condiciones, de derechos, de trato o de oportunidades, por el mero hecho de serlo.[1]

Hoy en día persisten aún discriminaciones en razón de sexo y de género: deberes para ellas que los hombres no tienen y derechos que ellas no pueden ejercer o ejercen con dificultades añadidas. Y, mientras estas situaciones existan y persistan, el 8 de marzo sirve para recordar los logros, alertar sobre los retrocesos y llamar la atención internacional sobre la agenda pendiente.



[1] ALVAREZ GONZALEZ,. “Los orígenes y la celebración del día Internacional de la Mujer:”.Univ. Oviedo. ed. 1999